sábado, 27 de febrero de 2010

Le puse un poco de imaginación, no fue un milagro con perdón de Dios, jamás sentí esa fuerza en mí. Sin vanidad sin ego ni ambición, te digo mas no sé si con valor, pero coraje y esperanza sí. En tu mirar curé mi fiebre y fue de repente. Los naufragios me he tragado y las heridas ya no duelen. Sin que se note, te miro y es sin que se note, y la verdad que había en mí y que era inmensa de la rutina estaba presa. Sin que se note, te miro y es sin que se note y la mentira que hubo en mí que era intensa desaparece, sólo muere, y los miedos se disfrazan y se esconden para no ver el sol y se asustan. No fue la suerte quien me lo enseñó, me até a la fuerza que vivía en mí con siete llaves de imaginación. Ganó mi ansia y mi esperanza, venció a mi mente desatada y así escapé de aquellas garras. Y al fuego eché miles de cartas y de palabras, tesoros que no valen comparados con tu alma. Sin que se note, te miro y es sin que se note y la verdad que había en mí es tan inmensa de las promesas queda presa. Sin que se note, te miro y es sin que se note, y la verdad que había en mí es tan intensa ya no le teme a lo que quiere. Se ha deshecho del disfraz con el que oculta su mirada, Se ha entregado a la ilusión de pelear por lo que ama. Corazones que se buscan en aquellas madrugadas, son corazones, son montañas que no se esconden, que se hablan.

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