pena, se aferró a la soledad. Ya no mira las estrellas, mira sus ojeras cansadas de pelear.
Olvidándose de todo busca algún modo de encontrar su libertad. El cerrojo que le aprieta, le pone cadenas y nunca descansa en paz. Y tu dignidad se ha quedado esperando a que vuelvas. Que nadie calle tu verdad, que nadie te ahogue el corazón, que nadie te haga más llorar hundiéndote en silencio. Que nadie te obligue a morir cortando tus alas al volar,
que vuelvan tus ganas de vivir. En el túnel del espanto todo se hace largo cuando se iluminará. Amarrado a su destino va sin ser testigo de su lento caminar. Tienen hambre sus latidos pero son sumisos y suenan a su compás. La alegría traicionera le cierra la puerta o se sienta en su sofá. Y tu dignidad se ha quedado esperando a que vuelva.
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