Se te apretó el estomago, pusiste las cuatro ruedas al mango y no supiste como frenar. La luz de tu luna se apago, no te supiste bancar este tango y la dama de negro te quiso amparar. Porque decidiste tomar ese atajo hacia el infierno, donde todo es más gris, donde todo es invierno, y no pudiste decirle que no a esa línea que separa la vida en locura y realidad. Ya no había más flores que crecerían en tus primaveras, ya no tenías el calor de ninguna pollera. Ninguna cuota de amor que te brindara el destino, ninguna piedra que pudiera cambiar tu camino. Y por eso decidiste apagar este blus sembrando tu cruz sin rosas, y pedías pala, pediste una pala para cavar tu fosa en este bosque donde siempre te encontrare.
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