Presidente Roca - Chaco

Anduve sin tiempo, y no pude escribir estos días. Pero quería destacar la experiencia que viví el finde largo de la semana pasada. Lo que aprendí fue increíble. Fue muy fuerte ver eso, chicos descalzos, sucios, desesperados por comer algo, padres totalmente despreocupados e ignorantes, entre tantas otras cosas. Es de no creer lo que se vive en el país, en el mundo. Pareciera como que si viviera en una burbuja y jamás hubiera visto nada de cómo se vive, pero no, uno cree saber cómo es hasta que lo vive. Aseguro que no tiene nada de parecido ver la situación en el mundo por la tele, por un diario o donde sea, que vivirlo. Era acercarte a una “casa” e inmediatamente no aguantar que se te caigan las lagrimas. Lo que más impotencia te da es el hecho de no poder hacer NADA, te sentís muy bien pudiendo ayudar a quienes más lo necesitan, pero también sabes que nada alcanza, que la comida que le donas le puede llegar a durar como mucho una semana, ¿Y después? Eso es lo que te da más impotencia.

La felicidad de los chicos cuando les dábamos caramelos, cuando nos pusimos a jugar a la pelota. Pensar que nosotros vivimos amargados por cualquier pelotudes y ellos con algo tan mínimo son felices. Eso te hace bajar de un hondazo terriblemente. También, la felicidad de los nenes cuando los subimos a uno de los colectivos y los llevamos a dar una vuelta. Jamás habían visto, ni mucho menos subido a un colectivo. Estaban tan felices.

Otra cosa es llegar con todas las cosas al pueblito y ver toda una multitud esperándonos y enterarnos de que habían estado esperándonos ahí desde las 6 de la mañana.

Te partía el alma que vengan los nenes y te pidan si tenes hojas. Algo tan mínimo como una hoja para dibujar. Y cosas como esas millones.

Siento un cambio en mí, me siento bien con lo que hice y con todo lo que estamos preparando ahora.

Para cambiar el mundo empiezo por mí.